Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 89

QUERIDOS PASAJEROS:

Un nuevo viaje literario nos convoca a estrechar lazos más allá de las geografías diversas y los límites políticos. Con la sola consigna de proclamar a los cuatro vientos, a través de nuestras letras, un mensaje de amor, de esperanza, de alegría, de paz. Soñemos con un mundo mejor ... que ello es posible. Como dijera Paulo Coelho: "Solo una cosa torna un sueño imposible: el miedo a fracasar". Que arranque entonces el trencito !!!!!!!!!!!!!

La locomotora se aprontó y puso rumbo a las serranía cordobesas. Pues en la ciudad de CÓRDOBA nos esperaba la primera pasajera: EUGENIA CABRAL. Ya ha compartido algún viaje pero les recuerdo sus datos: Reside en la ciudad de CÓRDOBA. En 1981 fue fundadora del Grupo literario Raíz y Palabra. En 1985 formó parte del consejo que fundó la Feria del Libro, organizada por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Córdoba. Fue integrante del consejo de redacción de El Cronopio, revista cultural y política, entre 1987 y 1988. Dirigió la editorial de poesía Ediciones Mediterráneas, para autores de Córdoba. (1988-1992). Dirigió la revista Imagin Era – La Creación Literaria (1991-1993). Colaboró en el suplemento cultural del matutino La Voz del Interior, con artículos sobre poesía de Córdoba y otros aspectos de la literatura (1993-2000), y en la revista Aquí Vivimos, con notas sobre temas femeninos. Ha realizado textos para video-arte (El Buscador de Soles y El Ojo y la Mano), y guiones radiofónicos (La Botella Azul, FM 94.3, U.T.N.). Es colaboradora literaria del teatro La Cochera, junto al director Paco Giménez. En el mismo teatro, realizó la dramaturgia de Una Lección de Oscuridad, basada en textos de Valère Novarina. Libros publicados: El Buscador de Soles, poemas (Ed. Municipal de Córdoba. 1986); Poesía Actual de Córdoba- Los años ’80, antología (Ed. Mediterráneas. 1988); Iras y Fuegos – Al margen de los tiempos. Poemas en prosa (Ed. Último Reino. Buenos Aires, 1996); La Almohada que no duerme. Relatos (Ed. Del Boulevard, Córdoba, 1999); Cielos y barbaries. Poemas (Alción Editora. Córdoba, 2004); Un Golpe de Dados, poema de Stéphane Mallarmé, versión en español de Agustín Oscar Larrauri, estudio preliminar por Eugenia Cabral (Ed. Babel, Córdoba, 2008); Tabaco, poemas (Ed. Babel, Córdoba, 2009). Asimismo integra: Antología poética – Grupo Raíz y Palabra (Edición de autores. Córdoba, 1984); Los poetas de acá - II (Biblioteca Página 12. Córdoba, 1993); Breve muestra de poesía contemporánea del Río de la Plata. Homenaje en el centenario de Manuel Navarro Luna (Bianchi Editores. Buenos Aires. 1994); Poetas 2. Selección y prólogo de Juano Villafañe (Ed. Desde la Gente (Buenos Aires, 1999); Árboles Nativos del Centro de Argentina. Estudio ecológico realizado por Ulf Ola Karlin y Pablo Demaio (Colin Sharp, para Ed. L.O.L.A., Buenos Aires, Agosto de 2002); La Tierra del Conjuro.(Agencia Córdoba Cultura, Mayo de 2005); Ciclo de homenajes a escritores de Córdoba (Municipalidad de Córdoba, Dirección de Cultura, Departamento de Letras y Teatro. Septiembre de 2005). Distinciones Obtenidas: Tercer Premio en el Concurso Nacional de Poesía “90 Aniversario Diario El Liberal”, de Santiago del Estero, Argentina (1989). Premio de Poesía del Instituto CIDAM, 1991, en reconocimiento a la labor literaria y cultural. Finalista de honor en el Premio Mundial de Poesía “Andrés Bello”, otorgado por la Sociedad Venezolana de Arte Internacional SVAI. Estado Guárico, Venezuela. (2009). Tercer Premio de Poesía en el certamen internacional “Mujeres Silenciadas. Argentina Rubiera”, convocado por el colectivo El Fresno de la Asociación Les Filanderes, patrocinado por el ayuntamiento de Langreo (Asturias, España). Mayo, 2010. Mención del jurado, categoría “Poesía”. IV Concurso Nacional de Cuento y Poesía “Adolfo Bioy Casares”. Ciudad de Las Flores (provincia de Buenos Aires), octubre de 2010. Aquí les traigo de su autoría un cuento …


EL  CORAZÓN  MULTIPLICADO  
Vuelve a escucharlo. La secuencia rítmica es ésta: un golpe seguido de otro golpe igual. Uno = uno + dos = dos. La duración de cada toque es la misma salvo que el segundo suena un tanto más apagado, sordo, que el primero, como si al final hubiera una alfombrita de goma para amortiguar el topazo.
El profesor baja la manga de su pulóver –que había recogido para controlar la cantidad de pulsaciones por minuto- porque avista la llegada del colectivo. La duplicidad de los latidos de su corazón (aunque, en realidad, debería decir “cuadruplicidad”) consiste en que cada diástole y cada sístole suenan por duplicado. He dicho bien: cada diástole y cada sístole suenan por duplicado. No es un eco, un efecto especular del sonido. Es cada sonido por partida doble. Doble sístole, doble diástole. Como si hubiera un corazón gemelo del suyo.
La pereza de la memoria del profesor de literatura se niega a recuperar el instante (ahora nebuloso) en que el prodigio cardíaco comenzó a suceder. Sea por contagio epidémico del alumnado o por lo que fuere, su memoria no es de aquellas dignamente laboriosas, de las que antes del alba parten con sus redes a pescar recuerdos en las aguas del ayer. Es, más bien, una memoria de empleado público que trabaja a reglamento.
Afectado por el singular síntoma, ha decidido consultar a un cardiólogo y le han asignado el turno para esta tarde. Trata de entender el fenómeno.  ¿Será posible que una tropilla de alumnos secundarios le haya provocado una patología a su corazón? Bueno, nada es imposible. Y el salario docente: ¿será capaz de producir un desquicio semejante? Y... probablemente. La familia, ¿también podrá ser causa de anomalías tan serias? No es impensable.
Parado sobre el pasillo del colectivo, el educador baja la tapa de su olla mental pues comienzan a preocuparle detalles más urgentes, como éstos: si el grandote que está a punto de aplastarle el pie con sus botas de estilo militar llegará o no a cumplir la temible amenaza; si la joven con un bebé en sus brazos, un bolso a su espalda y un carrito plegado al hombro logrará conmover a la cuarentona que simula dormir para no ceder el asiento a la madre primeriza, y otras cuestiones no menos prosaicas. Entonces, la olla cerebral vuelve a destaparse por la presión del vapor interno y piensa que sería práctico comprar unos auriculares o, directamente, un estetoscopio, adherirlo con algún pegamento no tóxico debajo de la tetilla izquierda y así escuchar los latidos con mayor nitidez, para intentar identificar alguna particularidad del sonido, algo que lo oriente acerca del origen de su enfermedad, de la etiogenia de su mal. Porque debe tratarse de una enfermedad. Y rara. Y fatal.
A nadie le ha confiado su repentina disfunción para no alarmar y, al mismo tiempo, para que el temor de los otros no incremente el suyo propio. Mientras ninguno de los de su círculo íntimo lo sepa estará eximido de presiones para investigar acerca de su enfermedad y hasta, quizás, curarla, sin que nadie se adelante con premoniciones o angustias. Siempre que la tal cura exista, y si no...
Desciende del ómnibus temblando con esos pensamientos que precisamente le incentivan el ritmo cardíaco por duplicado, los golpecitos gemelos que cuadruplican sus latidos. Paciencia. Ya está llegando al consultorio médico.
Después de llenar la ficha clínica, el doctor escucha su consulta. Al oír la descripción del síntoma, detiene las anotaciones que estaba haciendo en la foja. Su lapicera queda inmóvil, detenida a dos centímetros de la carpeta, y una sonrisa burlona aparece, más que en los labios, en la mirada del cardiólogo. ¡Esa bendita ironía de los médicos, que gozan del privilegio de poder salvar la vida o condenarla, si se les antojare!
-¿Cuándo comenzó a percibir el síntoma?
El profesor titubea con la fecha. Ese brillo irónico en las pupilas del facultativo comienza a vitrificarse a medida que va auscultando el corazón docente: el doble retumbo sube a sus oídos por el canal de los auriculares. De inmediato, el médico realiza un electrocardiograma que va imprimiendo el asombroso grafismo de la doble pulsación.
La ecografía deberá practicarse el mismo día así que el profesor avisa por teléfono a su familia que no lo esperen a cenar, porque “se ha llamado a una reunión gremial imprevista, porque resulta que el aumento salarial pactado al final no es tanto como se dijo y siempre lo mismo, habrá que fijar un plan de lucha”, espero que mi mujer lo crea, faltaba nomás crear un entredicho.
En la pantalla del ecógrafo el corazón se ve normal, con la forma y el movimiento de cualquier corazón humano. Pero cómo, entonces, los exámenes muestran claro, inconfundible, ese doble latir, si no hay cambios en la actividad cardiaca o, si la hay, ella no es perceptible. El doctor convoca a dos colegas suyos por teléfono para realizar una junta médica el día siguiente, a las diez de la mañana. Sin demora.
El docente secundario vuelve a vestir el saco y la corbata, pero no le ajusta el nudo. Recoge los exámenes del curso que había llevado para corregir en su casa: “Romanticismo. Siglo XIX”. Siente un desánimo anticipado. Para qué seguir trabajando. Mañana sabrá si el mal es incurable o no. Después de eso el trabajo recobrará sentido o lo disipará, definitivamente. El médico intuye su temor:
-Arriba ese ánimo, ¿por qué abortar la esperanza? ¿Y si sólo se tratara de una de esas monstruosidades inocuas, como tener seis dedos o una sola fosa nasal?
A las once de la noche, su esposa es la única que está despierta todavía en el hogar. Mejor dicho: con los ojos abiertos, aunque su cuerpo y sus energías ya estén clausuradas a la circulación. Entre dientes le da las buenas noches y le indica que en la heladera hay comida para recalentar en el horno de microondas.
El educador ya no siente apetito. Se prepara un té y come una rebanada de pan con queso. Suficiente. Y no consigue dormir. No duerme porque el doble latir de su corazón no se lo permite. A su lado, los pliegues de la colcha dibujan el cuerpo de su esposa bastante parecido al de ella misma cuando era adolescente. Al apagar el velador, la luna de otoño entra por los pies de la cama envuelta en tramas de plata brillante. Poco a poco, el fulgor va trepando por sus piernas y refregándole ese raso plateado en las pantorrillas, luna diva del cine, luna geisha, y se atreve a rozarle las ingles, luna meretriz de esquina, luna emperatriz lujuriosa, lo excita con la seda de plata que, a la altura de su tórax, es el manto de una diosa mirándolo desde arriba hasta echarse impulsivamente sobre la boca del profesor, besarle las mejillas, los párpados, lamerle las orejas y hacer que el pulso se vuelva intolerable hasta que, tras el paroxismo, penetre en el sueño para descansar. Y en el sueño, voces lejanas recordándole a aquel que fue y dejó de ser, la mitad del corazón que ha perdido.
 A las seis de la mañana, el reloj educativo suena como es habitual. El docente se despierta sabiendo que no es un día común, un día habitual, es el día en que le han de corroborar si el fin de sus días está próximo o si aún se mantiene -de la muerte- a distancia cronológica normal. Sin embargo, toma su desayuno cotidiano, se afeita como lo hace ordinariamente, saluda a su familia y parte, tal cual en una jornada usual, hacia el colegio, si bien en realidad sólo va a presentarse en la vice-dirección para justificar su inasistencia por razones de salud y luego irá a someterse a los exámenes médicos.
Una vez en el establecimiento escolar, elude ineficazmente (vale decir, casi desnuda su torpeza) las inquisiciones de una secretaria que divide su rostro en dos para mirarlo: mitad autoritarismo rígido y mitad suspicacia retorcida. Una mejilla para cada actitud. En realidad ese profesor está muy bien conceptuado, la secretaria no tiene margen para la desconfianza, pero ¿cómo desaprovechar una oportunidad para despuntar la malicia entre tanta monotonía de expedientes?
El docente traspone el portal de la institución escolar después de recorrer una galería silenciosa donde, a través de las ventanas, puede ver la gesticulación de los labios de sus colegas dictando clases a las manadas estudiantiles que bostezan, dormitan, miran para otro lado o, directamente, juegan al truco, hojean revistas, graban nombres en los pupitres. Es un paisaje eglógico, una dulce y muda imagen campestre observada a través de cada ventana, donde un pastor semi-despierto les habla a unas ovejas semi-dormidas.
En la calle, su corazón potenciado se explaya haciendo sonar a gusto los dos tambores.  Mientras camina, cada percusión parece rebotar contra las puertas de los departamentos, la estatua de la plazoleta, la vidriera del bar.
La literatura que enseña el profesor en su clase no abarca ni la décima parte de la que ha leído. Y la literatura provee de respuestas. En este caso la adecuada sería El Corazón Delator, de Edgar Alan Poe. Alguien está inhumado en su pecho, junto a su corazón, y late armoniosamente con el suyo. Es la única hipótesis racional aunque parezca absurda. O siniestra. Alguien a quien mataron y cuya muerte quisieron ocultar sin que lograsen aniquilar la música de sus sístoles y diástoles. Alguien está enterrado en su sangre. Alguien buscó su cuerpo para abrigar lo único que le quedaba vivo: el pulso cardíaco.
 Los tres especialistas ya lo aguardaban en la clínica cuando el docente llegó. El saludo que le dedicaron podría calificarse de reverencial. ¿Serían los Reyes Magos? Al educador le brotó ese humor de los desahuciados.
Los dos facultativos convocados reiteraron sucesivamente la auscultación, lo hicieron toser, agacharse, revisaron la tirilla de papel impresa por el electrocardiógrafo. Entre los tres especialistas, abordaron una exhaustiva anamnesia en la que le escudriñaron desde las causas de las muertes familiares a partir de los abuelos en adelante, hasta sus hábitos alimenticios y sexuales. Lo sometieron a un escueto test psicológico, le hicieron recordar lo que pudiera de su parto, lactancia, enfermedades infantiles y disgustos recientes. 
El profesor observaba de reojo la impecabilidad de las camisas doctorales. En determinado momento, el cardiólogo local tuvo que apartarse hacia un rincón de la sala para atender una llamada en su teléfono móvil. De regreso al lado de la camilla, expresaba aturdimiento, exasperación. Enronquecido, les comentó que acababan de informarle sobre un caso idéntico al del paciente que estaban examinando. El nuevo era un hombre del Noroeste y venía llegando en avión para consultarlo, recomendado por un hospital zonal. Los Tres Reyes Magos cayeron en una ansiedad patética. El turno para realizarle estudios con aparatos de última generación (pero ya canonizados) se fijó para las dieciocho horas, en punto.
El docente aprovechó el plazo para almorzar comida liviana en un restaurant próximo, donde solía concurrir antes de casarse, y husmeó por las librerías de una calle tradicional. Mientras tanto, los especialistas revisaban al paciente norteño con el previsible resultado: síntoma idéntico al del profesor.
A la hora en que el cuádruple cardíaco arribó al instituto donde lo habían citado para ampliar los estudios, los médicos le comunicaron la escalofriante noticia de que un tercer paciente, ahora femenino, presentaba el mismo cuadro. La mujer era de la capital. Le rogaron discreción para no encender alarmas improcedentes hasta cerciorarse de la peligrosidad y extensión social de la patología. Podía tratarse de efectos de la contaminación ambiental o del consumo de algún alimento envasado.
El educador volvió a pensar en “corazones delatores”. Por cumplir con lo previsto, se sometió con docilidad pueril a las prácticas médicas, cansado de ser ahora él, el profesor, el examinado de turno. Lo único que los doctores volvieron a constatar fue la veracidad del síntoma inexplicable. Eso sí: pusieron meticuloso cuidado en la descripción del caso, previendo la posterior comparación con los nuevos que se presentasen.
La próxima entrevista se convino (excepto que apareciera alguna urgencia) para el lunes de la semana entrante, con fecha 24 de Marzo de 2006. Hasta entonces, miles de pacientes solicitaron turnos para cardiología en consultorios privados, clínicas y hospitales aduciendo el mismo síntoma del latir multiplicado, en casi todas las ciudades del país.
Dimos una vueltita por las peatonales ... la plaza ... y partimos a encontrar un nuevo pasajero en la misma ciudad: FEDERICO SERVANDO RODRÍGUEZ.
Reside en CÓRDOBA. Contador Público. Experto en cálculo financiero. Post Grado en Evaluación de Proyectos de Inversión. Ex docente universitario de Matemática Financiera. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores - S.A.D.E. Por cuestiones profesionales ha trabajado en USA, Canadá, Bahamas, Reino Unido, Francia, España, Italia, Sud África, Chile, Paraguay , etc. Y en calidad de viajero ha recorrido muchos países más. Es un lector compulsivo. Articulista de revistas sobre temas de Economía e Historia Argentina. Narrador, ensayista, poeta y escritor con diversas publicaciones. Hoy les dejo sus sonetos que integran el libro “100 sonetos para un ángel”. Espero los disfruten …


AQUEL BESO FUGAZ FUE LA NOTICIA,
Excitante, vital, más esperada …
La luna, parecía sonrojada,
musitando quien sabe que delicia.

En su arresto, tu velo de novicia,
arrancó mi boca enamorada,
y en el éxtasis fatal de esa jornada,
sucumbió el corazón a su impericia.

¡Cómo olvidar el instante alucinado,
que me puso al alcance de tu aliento,
en el planeta azul de tus secretos …!

¡Cómo huir, cautivo casi embrujado,
de la prisión sublime de tu acento,
condenado sin leyes ni decretos…!


QUE GLORIOSA AGONÍA POSEERTE,
Ese instante febril, siempre soñado …
contemplarte, aliento entrecortado,
y el delirio feliz de retenerte.

Festejar cada lance de mi suerte …
Dilatar el minuto apasionado …
Besarte con el pulso acelerado,
dispuesto a morir para tenerte.

Que gloriosa agonía, reina mía;
cuando el éxtasis pasa victorioso,
y se acerca el momento de la calma …


Y me envuelvo en tu paz y tu armonía …
Y relajas tu cuerpo vaporoso …
¡Y otra vez te apoderas de mi alma …!


Y EL TIEMPO ALEVE marchitó la rosa;
el tiempo que desluce toda moda,
el mismo que envejece y que incomoda
decretando el final de toda cosa.

Ese tiempo, cuestión maravillosa …
Como en el corazón de una geoda,
guardó su tibia esencia, su alma toda …
En ese tiempo, volvió la más hermosa …

preservó sus facciones, su sonrisa,
con la savia de cada primavera,
como gaviota gris, como al espuma,

que vuelve cada tarde con la brisa
en una sinfonía duradera …
¡A rendirle sus pájaros de bruma …!


Nos tomamos unos matecitos con peperina ... degustamos unos riquísimos criollitos (de hojaldre) y ¡partimos! Seguíamos en la provincia pero esta vez recaló la locomotora en la localidad de La Carlota para recibir a una nueva pasajera: MARY BETTI PEREYRA. Nació en Canals y reside en LA CARLOTA (ambas en la prov. de CÓRDOBA). Vivió y estudió en Bs.As. donde se recibió de Maestra y Profesora en Letras. Ejerció la docencia en escuelas primarias y secundarias como Prof. de Literatura y Teatro. Fue Directora de Cultura y Delegada cultural de la provincia por su región. Preside la Sociedad Arg. de Escritores( SADE) en La Carlota. Es corresponsal de SALAC (Soc.Arg.de Artes,Letras y Ciencias),miembro de la Institución Cultural Internacional AMA (América Madre), de E.C.A (Escritores cordobeses Asociados) y –desde 2010- Socia Vitalicia de SADE Córdoba. Escribe poesía y cuentos para adultos y para niños. Coordina el Taller literario “Emi Aragón Barra”. También Talleres de lecto-escritura en escuelas primarias y secundarias y en Bibliotecas. Es Directora de la revista literaria “Decires de la SADE-La Carlota-“. Dicta conferencias sobre Literatura. Participa de Encuentros de escritores nacionales y de países vecinos Es panelista en la Feria del Libro de Córdoba . Organiza Cafés Literarios y recitales. Obras publicadas: “Soltar Amarras-Poemas para Hoy”. “Cuentiversos para niños que sueñan” (Poemitas y cuentos en verso para leer, cantar y dibujar). Cuentos y poemas suyos se han editado en 51 Antologías Compartidas, en diversas partes del país: las tres últimas: ”Una mirada al Sur” (Bs.As,agosto 2011),“Las Letras en Hispanoamérica y España, Hoy”(Córdoba, diciembre 2011) y “Huellas del Interior” (SADE La Carlota, diciembre 2011).También ha publicado en periódicos, revistas digitales y plaquetas literarias. Hoy viaja con sus poemas en el trencito.

DESPERTAR
Con la boca llena de estrellas
cruzo al insomnio.

A la mañana las devuelvo
sobre la almohada .

Son reflejos intangibles
de sueños inventados.

Algunos ya se han roto.


              EN UN BAR
Fumar la soledad.
Pintarle los labios al silencio
con el alcohol del tiempo.
Inventarse un Blue
con el palillo del fósforo.
Sacudirle las migajas
al hueco de la espera.
Alquilar la mirada
en la vidriera.
Enfriar la suerte
contra las monedas.
Discar tres veces
un te quiero
y apagarlo.
Salir de un bar.
Llevarse el vuelto del miedo
en los zapatos .

    
              LA LUNA DE LOS SÁBADOS
            Lejana, displicente…
            la luna navega sobre las azoteas .
            Temblor de perla .
            Etéreo resplandor
            sobre el smog de las paredes .
            Prodigio en soledad
            que lastima de pureza
            los ojos de unos pocos .

            Con languidez de alabastro
            finge ignorar su destino de diosa .
             Por las madrugadas
            anda descalza y despeinada
            recogiendo en la oscuridad
            la penas de los hombres
            y el desgaste del orbe
            en una red de hilos argentados
            que los gatos vagabundos
            también fingen no ver .


Y ANDABA EL AMOR
Y andaba el amor,
rondando las azoteas
gastadas de la espera.

Por desandar las orillas
de algún recuerdo rojo
agazapó el deseo
en la sombra de la pena,
tarareó por las calles
las canciones de cuna,
se pintó en los ojos
una esperanza propia
y se inventó un temblor
con olor a madreselvas
sobre las tapias del día.

Borracho de suspiros,
se trepó a los balcones
de la sangre en acecho
para espiarle al mundo
los suicidios del beso
y contar los posibles
en los ecos del sueño.

Por jugarse un truco
con la vida cotidiana
se batió a duelo
-a callejón partido-
a solas, con la muerte.

Y fue así, entregado,
que se arrimó a mi verso
y se acostó junto a él,
largo a largo, sin acuerdos,
 buscándole las lenguas
al silencio.


MESA DE CAFÉ
Calla el papel.
La tinta baila una coreografía
de silencios y palabras.
Habrá de corregirlas
el pensamiento lírico
que borra la rutina.
Para reescribir latidos
en el espacio de la quimera.
La mesa confirma
un júbilo de encuentro
en la lectura compartida.

El alma del café suspira en tazas azules
su destino de espera.
Búsqueda. Ficción. Lenguaje etéreo.
Un festejo en los ojos alienta al amigo.
Los versos de Emi Aragón atraviesan un sueño sin tiempo.
Agüero y Lafinur destejen metáforas
de hombres y de pájaros.

Los umbrales de la tarde
no saben que en mi voz de maestra
aún palpita la niña
que a la misma hora del taller
 escribía sus primeros versos
mientras el sol se iba durmiendo
de rojo en los vitrales


         ESCRIBIR

Viaja una palabra
sin caer de la boca.
Araña la rutina,
desafía al olvido,
raya el instinto,
señala realidades,
tiñe, besa, huele,
acuna la Historia.

Con la razón en sigilo
cruzan los fonemas
los umbrales del alma,
las comarcas del universo,
las huellas de cada hombre.

El corazón se esconde
en ecos de vocales
(eclipse de latidos).
Los silencios ensayan
la arquitectura de una frase.

Al fin, un lápiz deletrea la luz.
Sobre el vientre del papel
un desmayo de palabras
intenta nombrar al mundo.


RECUERDO

El viento hamaca sus bostezos
en la cabellera de la tarde.
Vuela el recuerdo,
semilla viva sobre el tiempo.

Recoge rostros,
moja con ecos de lluvia
las calles del pasado,
se pone los zapatos de ir a la escuela,
prepara Navidades en las siestas,
oye el rezongo del tren en los andenes,
se cuelga de los rezos y el llanto.
Duerme conmigo.

Nunca quise enterrarlo.
Por eso vuelve.

Ahora (que es todavía)
el viento arremolina nostalgias
sobre mi falda
para que yo las ordene
con los ojos infantes.             
  

La locomotora humeó y partimos rumbo a la vecina provincia de SANTA FE pues allí ascendería STELLA MARIS TABORO. Dejo que se presente a sí misma: “Soy Maestra Normal Nacional y Profesora de Historia. Nacida en la ciudad de Rafaela, en la provincia Santa Fe, resido en la ciudad de SAN JORGE (prov. de SANTA FE). Me desempeñé como docente durante 33 años. Sostengo que "si no compré mi cerebro, si lo he recibido por gracia divina, todo lo que creo no lo registro, lo dono, mis escritos cuando salen de mi ya no me pertenecen y en el papel siembro semillas para alimentar a mis hermanos”. Nunca he participado en concursos ni antologías. Mi inclinación por el escribir, lo he expresado en versos: Vivo y muero en mis letras ./ Hay algo imperceptible / que derrama en mí esta adicción / de la que no puedo escapar, / y donde me nutren /arroyos interminables”. De esos arroyos interminables nacieron estos libros de poemas: “Sonidos de luces y sombras” – “Burbujas del alma” – “Rocíos de versos” – “Pétalos en el viento” – “Olas del silencio” – “El cuenco de mi valle” – “Tinta de arrope” – “El cielo de mi atardecer” – “Transparencias del alba”- “La historia en poemas” – “Pájaros en mis manos” – “Flores en suspenso” – “Poemas de cristal” – “La otra piel poética” - “Esparciendo esencias”. La mayoría de ellos nacieron artesanalmente de mis manos. Además soy autora de relatos fantásticos: La dama del rojo clavel”; “La casa del fangal”; “Donna dentro nelle storie”; “Rosas amarillas”. MI literatura infantil abarca cuentos y poemas. Nos deja hoy sus poemas.
STELLA MARIS TABORO

Ser poeta es
entrar a un universo
que no conocen los demás.
Convertirse en un intérprete
de las musas,
Sembrar flores y en sus pétalos
dejar volar sus versos.
Es alguien que fue tocado
por una luz extraña y bella.


Cuando vayas al mar,
ese mar que lejos se pega al cielo...
Cuando lo mires,
me verás llegar entre olas,
vestida de caracolas,
y mis lunas salpicadas de brillo,
buscarán en tu pecho un nido,
cual pájaro desesperado.
Cuando veas al mar oscuro,
por la oscura noche,
me verás en la estrella del sur.
Cuando escuches al mar,
a su sonido inconfundible
esa será mi voz abriendo la distancia.
Cuando lo veas crecer , devorando a la playa
allí estarán mis labios, salados de mar,
y tibios como la aurora estival...
Cuando vayas … en una estrella de mar
estaré escondida....


Verso blanco , de nieve,
blanco como la luna
un verso libre que vuele como plumerillo
hasta llegar a tu alma

         Si hay sombras en nuestro sendero
         seré quien ponga luces.
         Soy la que lleva alforjas luminosas
         que dan brillos a mi mirada .



Suave lavanda
que el viento contornea
y llevas mi nombre
para juntarlo al tuyo.
Suave lavanda
palomas que vuelan
Tú sonriendo me miraste
me acariciaste muy suave .
Me gustas lavanda
tu aroma y color
me parece que brindas
en tus esencias perfumadas
todo el amor


Otra vez nuevamente la mañana.
concebida y encendida
como gloriosa soberana
y canta con su alma de alba .

Creciendo está el amor,
se desmayan los instantes
como fragante rosa
para recordar la llanura
de tu mirada que se posa
en mis ojos de espejo
y en mi alma de anhelos.


Soy la nada
que anda por esos senderos
esa nada que viste a tantos seres
Esa nada que incluye a niños,
la que abarca a los olvidados
Soy la nada, no intereso a nadie.
Existo pero no me ven ni me oyen
porque ignoran que soy
que siento
y respiro



Una luna de pájaros
entrará por la ventana
y su plateado brillo
nos vestirá de luz.

Un arrullo de estrellas
envolverá la noche
y nosotros haremos
la mejor constelación.


              Quise bordar un pájaro
              y empezó a cantar un ruiseñor.
              Entonces dejé mi intento,
              no pude en hilos impedir
              su sagrada libertad.

Alzo mi voz , elevo mi mirada
Nadie escucha y menos ven
el mensaje de mi voz ,ni el de mirada.
No quieren atender, prefieren ignorar.


El silencio es rico
en su expresar y
en su aparente secreto.
Ese sigilo misterioso
se llena con aquellas palabras
que dejaron de ser
porque perdieron sentido en su sonido
y ganaron fuerza en esa reserva silenciosa.


El espíritu de los pétalos
asciende y se hunde en la noche,
Ofrece su silencio al manto azabache
mientras una luna de pala
viaja en libertad.

Un fuerte viento crucifica al cielo
caen los pájaros como estallidos,
tiemblan las ramas confundidas.
Y va mi alma en un desfiladero
de recuerdos desteñidos.

A mi madre
 
Huían los miedos y  las tempestades
cuando me hablabas con mieles en tu voz.
Me rescatabas del peligro
para darme tu mano y navegar
en ese mar de ternura inigualable.

Madre, tu nombre tiene el vaivén
de una dulce cuna, desde tu sagrado vientre.

Llevas el aroma de todas las flores,
la suavidad de la brisa 
y mil  coloridos volando en el aire
en las alas  de las mariposas.

Tu nombre es ángel que protege,
 incansables manos acariciando.

Me ha bendecido, tu existencia,
y sellaste en mi, la mujer que soy.

Digo madre, y estoy pronunciando
la más bella melodía,
el más tierno poema,
un lienzo pintado que huele a paciencia.


Los aromas que guardo desde mi infancia
los cuentos con tu voz y tus gestos.
..Mañanas de sol y amor
cuando junto estás conmigo
y brota una bella flor
dándote todo mi abrigo.

Te regalo mis mañanas
son de cedrón y tomillo
y hago sonar las campanas
como en el mejor castillo.

Las mañanas yo bendigo
apenas se abren mis ojos
y así siempre yo consigo
felicidad en manojos.


Las mañanas estas son
que yo vengo a saludarte
ofrecerte una razón
para de ella hacer un arte.

Mañana dirás es hoy
al despertar esta noche.
porque en esas horas voy
a sorprender sin reproche.



Dijimos adiós a los amigos santafecinos y el trencito se dispuso a retornar a sus cuarteles pampas. Y aquí los espero con sus trabajos (poesía, cuento) y su minibiografía en: millaco@ciudad.com.ar Les recuerdo, asimismo, que todos los números anteriores se encuentran incorporados a la página web.
Un abrazo largo !!!!!!!!!!!!!

CRIS

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