Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 92

BIENVENIDOS AL TREN!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Julio ... Para nosotros, argentinos, mes de conmemoración de la Independencia. Miles de páginas escritas sobre el tema, innúmeros poemas, canciones, relatos ... Me parece que es un buen momento para replantearse que significa para nosotros la "Patria" ... y la independencia ... ¿Somos realmente libres? ¿Libres de mente y de corazón? Cada una de nuestras plumas refrendará este concepto o demostrará sus fallas ... Por algo somos, los escritores, "la voz de los que no tienen voz".

Y partamos ya en este nuevo periplo literario ...

Suena la campana y la locomotora larga su humeante señal de partida. ¡Y allá vamos rumbo al sur! Para recibir en RÍO NEGRO a nuestro primer pasajero: JORGE CASTAÑEDA. Poeta, escritor y periodista nacido de padres rionegrinos en la ciudad de Bahía Blanca y radicado en VALCHETA (prov. de RÍO NEGRO). Tiene publicados 12 libros entre ellos: “La ciudad y otros poemas”, “Poemas breves”, “30 poemas”, “Poemas sureños”, “Sentir patagónico”, “Los atabales del tiempo”, “Valcheta, un pueblo con historia”, “Suma Patagónica”, “Raíces de piquillín”. Ha participado en varias antologías. Es conferencista sobre temas patagónicos. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores y de asociaciones y entidades culturales de Argentina, España, Francia, Italia, Suiza, México, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Chile. Es entre otras distinciones Ciudadano Ilustre de Río Negro, Cónsul de Poetas del Mundo y Embajador Universal de la Paz (UNESCO). Hoy nos trae sus poemas, de hondas raíces patagónicas ... bellos ... Espero que les gusten como a mí.
E Mail: jorgecastaneda20032000@yahoo.com.ar

PATAGONIA SOY

Patagonia, soy distancia,
nevazón y pedregal.
El pecho blanco del ñanco
suerte tal vez me dará.
Patagonia, soy silencio
del coirón y chacayal.
El viento se hace cenizas
bajando del salitral.
Patagonia, soy michay,
cumbres, menuco, escorial:
un cerro más otro cerro
¿destino, dónde estarás?
Patagonia, soy vertiente
de agua pura, manantial;
picada abierta en la estepa,
sol ardido y arenal.
Patagonia, soy basalto,
mallín, guanaco y guadal.
De piedra son mis silencios
y de pircas mi soledad.
Patagonia, soy gaviotas,
señoras del litoral.
Rastrillada de las lanzas
¿mi tierra cómo olvidar?
En el Sur busco mi Norte,
su impronta prendida está.
Patagonia soy, meseta,
bajos, cerro y salitral.

PENITA DE OTOÑO
La tarde es una moneda
que camina por los rieles
y mis pasos van sonantes
entre durmiente y durmiente.
Me saludan las loradas
alborotadas y breves.
Yo converso con mis cosas
solitario como siempre.
Todo es ocre y amarillo:
Los árboles, el poniente.
Hasta el sol es un membrillo
en el cielo azul y riente.
La corriente compañera
del arroyo bajo el puente,
las támaras de los mimbres,
mi corazón penitente.
¿De dónde viene esta pena
tan íntima y persistente,
que como mi propia sombra
me acompaña desde siempre?
Es mi vieja compañera
que en el pecho se guarece.
Camino, pena y otoño
y esta nostalgia que crece.

COPLAS INTIMAS
En el Bajo del Gualicho
muchas veces me perdí;
¡Malhaya qué triste suerte
con mi destino infeliz!
En vano quise una estrella
cuando solo me sentí,
cielo oscuro y cerrazón
apagaron mi candil.
Al viento le di mi pena
y se apuró por seguir,
remolinos de paciencia
han poblado mi sentir.
Pocas cosas me importaron
para sentirme feliz;
por buscar en mis silencios
mi picada pude abrir.
Voy dejando mis ternuras
en las cosas del vivir,
afectos que nunca digo
viven muy dentro de mí.
Cuando solo me acompaño
mi sombra puedo seguir.
En virtud de mis razones
vertiente te siento fluir.
Mañana será otro día
-puñadito de alelí-
¡Qué poco somos los hombres,
ay, pobrecito de mí!
 
MILONGA DIGO MILONGA

Milonga digo milonga,
¿por qué sendas andarás?
El silencio que te nombra
es difícil de escuchar.
Milonga digo milonga,
¿quién te pudiera encontrar?
En la picada y en la sombra
tu huella habrás de dejar.
Milonga digo milonga,
el viento te ha de llevar.
manantial que no se agota
tu pena quiero nombrar.
Milonga digo milonga,
pampa, cielo y salitral,
compañera de mis horas
tu paso quiero alcanzar.
Milonga digo milonga,
tristeza que no se va.
¡Pucha qué largas las horas
y no te puedo encontrar!
Milonga digo milonga,
cerrazón y soledad;
hermana que nadie nombra
¿milonga dónde andarás?

                                              de su libro “RAÍCES DE PIQUILLÍN”

EL POEMA

El camino y el árbol,
La acequia y el agua,
Los últimos pájaros
Volando en bandadas.
El viento y las hojas
Jugando encantadas
Y algunas estrellas
Hermosas y pálidas.
 
 
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
 
 
Los niños que juegan
Tras de mi ventana
Y el camino largo
Corriendo distancias.
La noche que viene
Buscando mañanas
Serenas las horas
De dulces nostalgias.
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
 
 
La mesa dispuesta:
El vino y la hogaza,
La fuente sabrosa
Y el agua en la jarra.
La ocasión invita
con sutil bonanza
Y una luz amena
Alumbra las almas.
 

¡Poema te dejo,
Seguimos mañana!
 

LA LUNA

Viaja por el cielo
Coqueta y oronda
Ataviada y bella
De anillos y ajorcas.
 
 
Le hablo de mis cuitas
Y de mis congojas
Y hasta me parece
Que a veces me toca.
 
 
Si le digo hermosa
Ella no se asombra
¡Si se habrá cansado
De tantas lisonjas!
 
 
¡Qué luna bonita
En la noche sola!
Va toda de plata
Blanca y silenciosa.
 

Y yo que camino
Solito a estas horas
La miro y la miro
Y mi alma se arroba.
 

La luna camina
Lentita y redonda
Y a veces las nubes
Nos cubren de sombras.


Nos despedimos de los amigos rionegrinos y el trencito emprendió el largo viaje hacia su segundo destino: TUCUMÁN. Allí aguardaba SERGIO GABRIEL LIZARRAGA. Nació y reside en TAFÍ VIEJO (prov. de TUCUMÁN). Profesor en Letras egresado de la Universidad Nacional de Tucumán, posee –asimismo– un Postgrado en Ciencias Sociales (FLACSO, Buenos Aires). Ha realizado estudios de Filosofía y Teología. Ejerció la docencia en distintos niveles educativos –universitario, terciario, medio– y se desempeñó como Capacitador Docente del Ministerio de Educación de Tucumán, y de Programas de Formación Docente dependientes de organismos nacionales e internacionales. Participó como expositor en congresos y jornadas de su especialidad. Gestor cultural en su comunidad, jurado en certámenes literarios. En el año 2005 realizó estudios de perfeccionamiento en Italia becado por la “Società Dante Alighieri di Roma”. Ha obtenido numerosas distinciones literarias en cuento y poesía: Tercer Premio en los Juegos Florales de Juvenilia, Tucumán, 1999. Primer Premio Provincial de Poesía “Ricardo Rojas” 2004, Tucumán; “Premio Internacional de Poesía Inédita Pluma de Plata”, Córdoba, 2008; Mención “Premio Regional de Poesía Ciudad de San Miguel de Tucumán”, Tucumán, 2010; Finalista del “Premio Internacional Ángel Ganivet”, Finlandia, 2010; Mención en el Premio Internacional de Poesía “JunínPaís 2011” de la Editorial de Las Tres Lagunas, Junín, Buenos Aires. Cuenta con publicaciones literarias y de investigación lingüística en Argentina, España, Italia, Francia, Cuba, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile, Canadá y Perú. Integra numerosas antologías. Su primer libro es “Poemas de Lodebar” (ed. del autor, Tucumán, 2012). Aquí están sus poemas que espero disfruten.
E Mail: lizarragasergiog@yahoo.com.ar


DUELOS

I

Desde la ventana entreabierta,
El viento delimita en la cama
Tu ausencia,
Y es como tener tu lápida en la casa,
Es abrazar las sábanas que ya no usas.
Es velarme en tu cuarto
Porque he muerto en ti
Como un yo-hijo.
 
 
II
 
Llorar
Hasta que cada lágrima,
De un solo tajo,
Se sangre arena.
Y quede en las mejillas
Coagulado el desierto,
Y se lea en el rostro
La sed que trajo el viento,
Y la boca de los hombres
Naufragada en tormentos.
 
Las alas derretidas
De tanta muerte inútil,
De tanto arder
Sin que se alumbre
Un solo trazo en el cielo.
 
 
III
 
Es esta la lágrima que te ofrezco,
La primera que me desnuda huérfano.
La primera
Que en la mejilla,
Hiere a tu mano
Ovillando las caricias.
La primera que refleja
La imagen de tu tumba.
 
La primera,
Desde que soy otra tumba.
 
IV
 
Como un anciano
Que se arrodilla
Para cortar distancias
Entre la caída y su muerte.
Como un joven que eleva los brazos
Para ahuyentar a las hienas
Que muerden los años.
Como un creyente
Que se incendia de hambre
Para iluminar en sus noches
El camino a las hostias.
 
Como un sufriente
Que muerde sus venas
Para humedecer la tierra
Donde sepultó sus salmos.
 
 
 
DISTANCIAS
 
Será porque nadie vuelve
De tan lejos
Que mi frente
Sobre el vidrio
Invita a crecer
A tu ausencia…
 
Yo recorro
El vidrio empañado
Con caminos robados
A tu nombre.
Abro tajos en los ojos
Para caminar las calles
Heridas de lluvia.
 
Serán las distancias
Las que mojan
Mi alma abierta,
Las que ahogan los
Tramos que restan,
Para que yo descienda,
Sin piloto,
Sin el paraguas,
Enmohecido
En hombres que te extrañan…
 
 
Nos habían convidado con riquísimas empanadas bien regaditas con buen vino ... habíamos oreado unas zambitas carperas pero ... era llegado el momento de partir. La locomotora resopló y puso rumbo al litoral, concretamente a la provincia de SANTA FE. Y en el andén nos aguardaba un nuevo pasajero ALFREDO DI BERNARDO. Nació en 1965 en SANTA FE, ciudad en la que reside. Su obra literaria transita mayormente por el género narrativo. Varios de sus trabajos han obtenido premios a nivel provincial, nacional e internacional, e integran antologías diversas. Distintos textos de su autoría se hallan publicados en revistas literarias de Argentina, España, Cuba y Austria (en este último caso, traducidos al alemán), así como también en revistas electrónicas y en sitios de Internet. Ha publicado los siguientes libros: "El Regalador de colores" (cuentos, 1993); "La realidad y otras mentiras" (cuentos, 1999); "Informe sobre miopes" (novela, 2001); y “Las cosas como somos” (cuentos, 2009). Es autor de los blogs “Crónicas del Hombre Alto” y “Algo así como un padre”. Desde 2002 edita "El Regalador", micropublicación virtual, semanal y gratuita que llega a lectores de 28 países merced a su difusión por correo electrónico y en Facebook. Les traigo hoy de su pluma tres relatos breves.






LECTURA OBLIGATORIA

Lo siento mucho, pero debo informarle que está usted en mi poder. Lo he atrapado.

Quizás usted aún no lo haya advertido, pero desde el momento en que posó su mirada sobre la primera de las palabras que componen este cuento, quedó completamente a mi merced. Por más que lo intente, ya no podrá escapar de mí. Al menos, no hasta que termine de leer estas líneas.

Tal vez si hace unos segundos hubiese optado por elegir otro texto o, simplemente, por seguir cualquier otro de sus impulsos (ponerse a escuchar música, por ejemplo), las cosas serían diferentes. Pero no lo hizo y ahora es demasiado tarde: no tiene margen posible para evadirse de mí. ¿Le molesta que se lo haga notar? Es natural; a nadie le gusta asumir que ha perdido el dominio de sus actos. Pero no se rebele contra lo inevitable. Sólo acéptelo: no podrá dejar de leer este texto hasta no acabar con la última frase.

Usted dirá que lo que termino de afirmar es ridículo y exagerado. Seguramente argumentará que la simple maniobra de alejar sus ojos del papel le alcanzaría para librarse de mí. Puedo incluso imaginar la expresión desafiante de su rostro mientras su mente se apoya en esta tranquilizadora hipótesis. ¿Realmente cree que las cosas son tan sencillas? Supongamos por un instante que es cierto, que usted abandona la lectura de estas líneas aquí mismo (decisión que, sin embargo, no ha tomado, ¿me equivoco?). Bien, haga uso entonces de su ilusoria libertad e imagine que se dedica a mirar televisión, a darse un baño, a escuchar música o a comer chocolates. ¿Verdaderamente supone que realizar cualquiera de esas actividades lo pondrá a salvo de mi control? Permítame el placer de socavar con fundamento sus candorosas esperanzas: no lo logrará. No niego que quizás consiga desligarse de mí por un lapso determinado, pero se lo aseguro: no pasará demasiado tiempo hasta que descubra en su boca un regusto amargo de curiosidad insatisfecha y compruebe que lo único que ha logrado es retorcerse patéticamente como la mosca enredada en la telaraña. Mis palabras continuarán acosándolo, acechando su sueño y su vigilia, listas para derrumbar sin piedad sus frágiles anhelos cuando usted menos lo espere.

¿Piensa que estoy siendo tendencioso? Está bien, deje entonces de rumiar vanas protestas contra mi actitud presuntamente despótica y reivindique con hechos su libre albedrío. Adelante, no imagine nada; hágalo. Aléjese de mis trampas y señuelos. Salga del laberinto que he creado para usted. Vamos, anímese, deje de leer ya mismo, dése el gusto, cumpla su deseo. Saltéese el final de este cuento y demuéstreme que estoy equivocado. Sorpréndame, haga añicos mi convicción, aniquile mi certeza.

Es inútil; no lo hará.

¿Lo ve? Todavía sigue allí.

LOS ÁNGELES Y LOS PUENTES

Hay ángeles que, a su manera, son ingenieros. Rozan a la gente con sus alas y, con ese suave toque celestial, la incitan a levantar puentes. Entonces, esperanza sobre esperanza, la gente se pone manos a la obra y, con más entusiasmo que habilidad, se lanza de lleno a construirlos. Y aunque los puentes resultan casi siempre frágiles y efímeros, las personas caminan sobre ellos, se encuentran, pueden amarse, son felices y se ríen desde lo alto mientras miran, con cierto alienado desdén, a los seres aparentemente tan seguros y tranquilos que permanecen abajo, atados al suelo.

Pero existen también ángeles perezosos que odian la ingeniería e inoculan a la gente su propio recelo hacia este tipo de construcciones. Entonces, la gente se queda quieta, segura y tranquila, se acurruca en sus miedos y mezquindades, permanece en tierra sin ganas de levantar puentes, y al mirar cada tanto para arriba se pregunta, con envidiosa indignación, qué es lo que hacen esos seres aparentemente tan felices suspendidos en el aire.


SOBRE CIERTO ARTE

Todas las noches, un hombre miope sale al patio de su casa y mira hacia el cielo estrellado. La debilidad innata de sus ojos le impide percibir con nitidez el paisaje majestuoso que se extiende sobre él. No obstante, en aquellos débiles fulgores apenas vislumbrados alcanza a intuir la mágica esencia de algún secreto cósmico, y eso lo hace feliz.

Al día siguiente, todavía conmovido por los fragmentos de eternidad que ha logrado capturar, resuelve compartir sus modestos hallazgos con todo aquel que quiera escucharlo. Pero apenas abre la boca frente a algún interesado, descubre con tristeza que, por más que se esfuerce, no acierta a encontrar las frases apropiadas, ni puede tampoco dejar de tartamudear. De su garganta sólo surge, entonces, un parlotear confuso, compuesto de palabras incoherentes, fatalmente imprecisas. Su discurso termina siendo sólo un pálido reflejo de otro pálido reflejo.

El frustrante proceso se reitera día a día.

Y sin embargo -he aquí el auténtico misterio- hay gente que al ver pasar al miope tartamudo lo mira con admiración y comenta con gratitud: "ese hombre me ha enseñado lo que son las estrellas".

Como postre nos regaloneamos con los deliciosos alfajores santafecinos y ya satisfecho el trencito decidió que quería volar más alto. Así llegamos a Ezeiza, embarcamos y aterrizamos en SUIZA. ¡Es que el trencito es internacional! en el aeropuerto nos esperaba nuestro último pasajero de este viaje: ULISES VARSOVIA. Lo dejo que se presente: “Nací el 2 de julio de 1949 en Valparaíso (Chile), cuyo mar y sus tempestades marcaron definitivamente mi persona y mi poesía. Estudié varias asignaturas humanísticas, y trabajé en tres universidades, tanto en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que escribía poesía. En 1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es suiza, pude trabajar y quedarme en SAN GALLEN (SUIZA), ciudad en cuya universidad hago un par de lecciones. He publicado 28 títulos de poesía, cinco de ellos en Chile, y tres dedicados a Valparaíso, el último: “Hermanía: La Hermandad de la Orilla, en Apostrophes de Santiago (www.apos.cl). El libro más antiguo que he publicado es “Jinetes Nocturnos”, de 1974, pero tengo otros inéditos más antiguos. En 1972 publiqué un cuadernillo, “Sueños de Amor”, que circuló sólo entre amigos. Me han publicado más de 70 revistas de literatura de todo el mundo, en varios idiomas, y repetidas veces, y estoy en numerosas páginas web. En agosto del año 2006 salió a la luz en Sevilla, España, mi libro de poemas “Anunciación. Ángeles y Espadas”, publicado por la Asociación Cultural Myrtos. Esta misma entidad acaba de publicar mi “Antología Esencial y Otros Poemas (1974-2005)”, que incluye dos poemas de cada poemario publicado, es decir, 52 poemas "esenciales", y tres poemas de 12 libros inéditos, lo que hace un total de 88 poemas. Lo último mío aparecido es “Vientos de Letras”, también antológico, en colaboración con el poeta andaluz Alexis R., editado por Myrtos. De los 28 poemarios publicados, sobresalen “Jinetes Nocturnos” (1974/75), “Tus náufragos, Chile” (1993), “Capitanía del Viento” (1994), “El Transeúnte de Barcelona” (1997), “Madre Oceánica, Valparaíso” (1999), “Megalítica” (2000), “Ebriedad” (2003) y la Antología Esencial.” Nos deja hoy sus poemas de evocación y raigambre filosófica.
E Mail: ulises.varsovia@bluewin.ch http://ulisesvarsovia.tripod.com


LÁRICA

En algún lugar haber nacido,
en algún lugar haber visto la luz
por vez primera, y haberlo olvidado,
y recorrer después serranías,
recorrer praderas, pampas, desiertos,
mesetas, valles, desfiladeros,
cruzar océanos, fondeaderos,
islas, golfos, archipiélagos,
 
sólo por volver a verte, lugar,
hogar natalicio, donde la luz
tocó por vez primera mi retina
dándome la bienvenida en este mundo.
 
En algún lugar mi vagido
estremeció por la primera vez
el aire, la atmósfera, el vacío,
en algún lugar prorrumpí en llanto,
y dejó su impronta mi gemido
estremeciéndose en el espacio.
 
A ese lugar han de regresar
mis pasos cansados al atardecer
después de buscar por toda la tierra,
y han de volver a reconocer
el terruño, la ciudad, su gente,
los ruidos del mar irreproducibles.
 
                                                                             (inédito)
 
 
SIGLOS DE PIEDRA
 
Siglos erraré, siglos de piedra
errará mi perseguida voz
por las calles de Valparaíso,
siglos de frenéticas espinas
buscaré, madre, tu tumba
entre las tumbas, tu lápida
entre las lápidas, tu nombre
entre los nombres que el viento dispersa
por los cerros de Valparaíso.
 
Siglos de oceánica espuma
treparán mis sonámbulos pies
las escaleras de Valparaíso,
siglos de difundida sal
indagaré a tientas tus huellas
derramadas en la agrietada piel
de las calles de Valparaíso.
 
Siglos de marejada y fragor,
siglos de tempestades girantes
vagaré, madre, entre la niebla
tras tu presencia de niebla,
cruzaré el vaho gris de la mar
por los muelles de Valparaíso.
 
Siglos de calendarios de sal,
siglos de arrecífico sustento
gritaré, madre, tu nombre
por los distritos de Valparaíso.
 
Siglos del agua de nunca acabar,
siglos de atmosférico derrame
errarán mis pies desnudos
sobre los guijarros de Valparaíso.
 
Siglos minerales, siglos pétreos,
siglos de oceánico soplido,
siglos de peces, de crustácea sal,
siglos de indomeñable piedra.                                  
  
 
El recorrido había sido extenso y el pobre trencito esta muy cansado. Así que al tranquito lento puso rumbo al pago. Y aquí está esperándolos para recibir sus trabajos (cuento o  poesía) más una minibiografía en: millaco@ciudad.com.ar Les recuerdo que pueden consultar todas las revista en la página web y, si lo desean, dejar comentarios.

Nos estamos encontrando !!!!!!!!! Un abrazo cálido y largo

CRIS FERNÁNDEZ


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