Julio ... Para
nosotros, argentinos, mes de conmemoración de la Independencia. Miles
de páginas escritas sobre el tema, innúmeros poemas, canciones, relatos ... Me
parece que es un buen momento para replantearse que significa para nosotros la
"Patria" ... y la independencia ... ¿Somos realmente libres? ¿Libres
de mente y de corazón? Cada una de nuestras plumas refrendará este concepto o
demostrará sus fallas ... Por algo somos, los escritores, "la voz de los
que no tienen voz".
Y partamos ya en este
nuevo periplo literario ...
Suena la campana y la
locomotora larga su humeante señal de partida. ¡Y allá vamos rumbo al sur! Para
recibir en RÍO NEGRO a nuestro primer
pasajero: JORGE CASTAÑEDA. Poeta, escritor y
periodista nacido de padres rionegrinos en la ciudad de Bahía Blanca y radicado
en VALCHETA (prov. de RÍO NEGRO). Tiene publicados 12 libros
entre ellos: “La ciudad y otros poemas”,
“Poemas breves”, “30 poemas”, “Poemas sureños”, “Sentir patagónico”, “Los
atabales del tiempo”, “Valcheta, un pueblo con historia”, “Suma Patagónica”,
“Raíces de piquillín”. Ha participado en varias antologías. Es
conferencista sobre temas patagónicos. Miembro de la Sociedad Argentina
de Escritores y de asociaciones y entidades culturales de Argentina, España,
Francia, Italia, Suiza, México, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Chile. Es
entre otras distinciones Ciudadano Ilustre de Río Negro, Cónsul de Poetas del
Mundo y Embajador Universal de la
Paz (UNESCO). Hoy nos trae sus poemas,
de hondas raíces patagónicas ... bellos ... Espero que les gusten como a mí.
E
Mail: jorgecastaneda20032000@yahoo.com.ar
PATAGONIA SOY
Patagonia, soy distancia,
nevazón y pedregal.
El pecho blanco del ñanco
suerte tal vez me dará.
Patagonia, soy silencio
del coirón y chacayal.
El viento se hace cenizas
bajando del salitral.
Patagonia, soy michay,
cumbres, menuco, escorial:
un cerro más otro cerro
¿destino, dónde estarás?
Patagonia, soy vertiente
de agua pura, manantial;
picada abierta en la estepa,
sol ardido y arenal.
Patagonia, soy basalto,
mallín, guanaco y guadal.
De piedra son mis silencios
y de pircas mi soledad.
Patagonia, soy gaviotas,
señoras del litoral.
Rastrillada de las lanzas
¿mi tierra cómo olvidar?
En el Sur busco mi Norte,
su impronta prendida está.
Patagonia soy, meseta,
bajos, cerro y salitral.
PENITA DE OTOÑO
La
tarde es una moneda que camina por los rieles
y mis pasos van sonantes
entre durmiente y durmiente.
Me saludan las loradas
alborotadas y breves.
Yo converso con mis cosas
solitario como siempre.
Todo es ocre y amarillo:
Los árboles, el poniente.
Hasta el sol es un membrillo
en el cielo azul y riente.
La corriente compañera
del arroyo bajo el puente,
las támaras de los mimbres,
mi corazón penitente.
¿De dónde viene esta pena
tan íntima y persistente,
que como mi propia sombra
me acompaña desde siempre?
Es mi vieja compañera
que en el pecho se guarece.
Camino, pena y otoño
y esta nostalgia que crece.
COPLAS
INTIMAS
En el
Bajo del Gualicho muchas veces me perdí;
¡Malhaya qué triste suerte
con mi destino infeliz!
En vano quise una estrella
cuando solo me sentí,
cielo oscuro y cerrazón
apagaron mi candil.
Al viento le di mi pena
y se apuró por seguir,
remolinos de paciencia
han poblado mi sentir.
Pocas cosas me importaron
para sentirme feliz;
por buscar en mis silencios
mi picada pude abrir.
Voy dejando mis ternuras
en las cosas del vivir,
afectos que nunca digo
viven muy dentro de mí.
Cuando solo me acompaño
mi sombra puedo seguir.
En virtud de mis razones
vertiente te siento fluir.
Mañana será otro día
-puñadito de alelí-
¡Qué poco somos los hombres,
ay, pobrecito de mí!
MILONGA DIGO MILONGA
Milonga
digo milonga,
¿por
qué sendas andarás? El silencio que te nombra
es difícil de escuchar.
Milonga digo milonga,
¿quién te pudiera encontrar?
En la picada y en la sombra
tu huella habrás de dejar.
Milonga digo milonga,
el viento te ha de llevar.
manantial que no se agota
tu pena quiero nombrar.
Milonga digo milonga,
pampa, cielo y salitral,
compañera de mis horas
tu paso quiero alcanzar.
Milonga digo milonga,
tristeza que no se va.
¡Pucha qué largas las horas
y no te puedo encontrar!
Milonga digo milonga,
cerrazón y soledad;
hermana que nadie nombra
¿milonga dónde andarás?
de su libro
“RAÍCES DE PIQUILLÍN”
EL POEMA
El
camino y el árbol,
La
acequia y el agua,Los últimos pájaros
Volando en bandadas.
El viento y las hojas
Jugando encantadas
Y algunas estrellas
Hermosas y pálidas.
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
Los niños que juegan
Tras de mi ventana
Y el camino largo
Corriendo distancias.
La noche que viene
Buscando mañanas
Serenas las horas
De dulces nostalgias.
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
La mesa dispuesta:
El vino y la hogaza,
La fuente sabrosa
Y el agua en la jarra.
La ocasión invita
con sutil bonanza
Y una luz amena
Alumbra las almas.
¡Poema
te dejo,
Seguimos
mañana!
Viaja por el cielo
Coqueta y orondaAtaviada y bella
De anillos y ajorcas.
Le hablo de mis cuitas
Y de mis congojas
Y hasta me parece
Que a veces me toca.
Si le digo hermosa
Ella no se asombra
¡Si se habrá cansado
De tantas lisonjas!
¡Qué luna bonita
En la noche sola!
Va toda de plata
Blanca y silenciosa.
Y yo que camino
Solito a estas horasLa miro y la miro
Y mi alma se arroba.
La luna camina
Lentita y redonda
Y a veces las nubes
Nos cubren de sombras.
Nos despedimos de los
amigos rionegrinos y el trencito emprendió el largo viaje hacia su segundo
destino: TUCUMÁN. Allí aguardaba SERGIO
GABRIEL LIZARRAGA. Nació
y reside en TAFÍ VIEJO (prov. de TUCUMÁN). Profesor en Letras egresado
de la Universidad
Nacional de Tucumán, posee –asimismo– un Postgrado en
Ciencias Sociales (FLACSO, Buenos Aires). Ha realizado estudios de Filosofía y
Teología. Ejerció la docencia en distintos niveles educativos –universitario,
terciario, medio– y se desempeñó como Capacitador Docente del Ministerio de
Educación de Tucumán, y de Programas de Formación Docente dependientes de
organismos nacionales e internacionales. Participó como expositor en congresos
y jornadas de su especialidad. Gestor cultural en su comunidad, jurado en
certámenes literarios. En el año 2005 realizó estudios de perfeccionamiento en
Italia becado por la “Società Dante Alighieri di Roma”. Ha obtenido numerosas
distinciones literarias en cuento y poesía: Tercer Premio en los Juegos
Florales de Juvenilia, Tucumán, 1999. Primer Premio Provincial de Poesía
“Ricardo Rojas” 2004, Tucumán; “Premio Internacional de Poesía Inédita Pluma de
Plata”, Córdoba, 2008; Mención “Premio Regional de Poesía Ciudad de San Miguel
de Tucumán”, Tucumán, 2010; Finalista del “Premio Internacional Ángel Ganivet”,
Finlandia, 2010; Mención en el Premio Internacional de Poesía “JunínPaís 2011”
de la Editorial
de Las Tres Lagunas, Junín, Buenos Aires. Cuenta con publicaciones literarias y
de investigación lingüística en Argentina, España, Italia, Francia, Cuba,
Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile, Canadá y Perú. Integra numerosas
antologías. Su primer libro es “Poemas de
Lodebar” (ed. del autor, Tucumán, 2012). Aquí están sus poemas que espero
disfruten.
E Mail: lizarragasergiog@yahoo.com.ar
DUELOS
I
Desde la ventana
entreabierta,
El viento delimita
en la cama
Tu ausencia,
Y es como tener tu
lápida en la casa,
Es abrazar las
sábanas que ya no usas.
Es velarme en tu
cuarto
Porque he muerto en
ti
Como un yo-hijo.
II
Llorar
Hasta que cada
lágrima,
De un solo tajo,
Se sangre arena.
Y quede en las
mejillas
Coagulado el
desierto,
Y se lea en el
rostro
La sed que trajo el
viento,
Y la boca de los
hombres
Naufragada en
tormentos.
Las alas derretidas
De tanta muerte
inútil,
De tanto arder
Sin que se alumbre
Un solo trazo en el
cielo.
III
Es esta la lágrima
que te ofrezco,
La primera que me
desnuda huérfano.
La primera
Que en la mejilla,
Hiere a tu mano
Ovillando las
caricias.
La primera que
refleja
La imagen de tu
tumba.
La primera,
Desde que soy otra
tumba.
IV
Como un anciano
Que se arrodilla
Para cortar
distancias
Entre la caída y su
muerte.
Como un joven que
eleva los brazos
Para ahuyentar a
las hienas
Que muerden los
años.
Como un creyente
Que se incendia de
hambre
Para iluminar en
sus noches
El camino a las
hostias.
Como un sufriente
Que muerde sus
venas
Para humedecer la
tierra
Donde sepultó sus
salmos.
DISTANCIAS
Será porque nadie
vuelve
De tan lejos
Que mi frente
Sobre el vidrio
Invita a crecer
A tu ausencia…
Yo recorro
El vidrio empañado
Con caminos robados
A tu nombre.
Abro tajos en los
ojos
Para caminar las
calles
Heridas de lluvia.
Serán las
distancias
Las que mojan
Mi alma abierta,
Las que ahogan los
Tramos que restan,
Para que yo
descienda,
Sin piloto,
Sin el paraguas,
Enmohecido
En hombres que te
extrañan…
Nos habían convidado con riquísimas empanadas bien regaditas con buen vino ... habíamos oreado unas zambitas carperas pero ... era llegado el momento de partir. La locomotora resopló y puso rumbo al litoral, concretamente a la provincia de SANTA FE. Y en el andén nos aguardaba un nuevo pasajero ALFREDO DI BERNARDO. Nació en 1965 en SANTA FE, ciudad en la que reside. Su obra literaria transita mayormente por el género narrativo. Varios de sus trabajos han obtenido premios a nivel provincial, nacional e internacional, e integran antologías diversas. Distintos textos de su autoría se hallan publicados en revistas literarias de Argentina, España, Cuba y Austria (en este último caso, traducidos al alemán), así como también en revistas electrónicas y en sitios de Internet. Ha publicado los siguientes libros: "El Regalador de colores" (cuentos, 1993); "La realidad y otras mentiras" (cuentos, 1999); "Informe sobre miopes" (novela, 2001); y “Las cosas como somos” (cuentos, 2009). Es autor de los blogs “Crónicas del Hombre Alto” y “Algo así como un padre”. Desde 2002 edita "El Regalador", micropublicación virtual, semanal y gratuita que llega a lectores de 28 países merced a su difusión por correo electrónico y en Facebook. Les traigo hoy de su pluma tres relatos breves.
E Mail: alfdibernardo@fibertel.com.ar
LECTURA
OBLIGATORIA
Lo siento mucho, pero debo informarle que está usted en
mi poder. Lo he atrapado.
Quizás usted aún no lo haya advertido, pero desde el
momento en que posó su mirada sobre la primera de las palabras que componen este
cuento, quedó completamente a mi merced. Por más que lo intente, ya no podrá
escapar de mí. Al menos, no hasta que termine de leer estas líneas.
Tal vez si hace unos segundos hubiese optado por elegir
otro texto o, simplemente, por seguir cualquier otro de sus impulsos (ponerse a
escuchar música, por ejemplo), las cosas serían diferentes. Pero no lo hizo y
ahora es demasiado tarde: no tiene margen posible para evadirse de mí. ¿Le
molesta que se lo haga notar? Es natural; a nadie le gusta asumir que ha perdido
el dominio de sus actos. Pero no se rebele contra lo inevitable. Sólo acéptelo:
no podrá dejar de leer este texto hasta no acabar con la última frase.
Usted dirá que lo que termino de afirmar es ridículo y
exagerado. Seguramente argumentará que la simple maniobra de alejar sus ojos
del papel le alcanzaría para librarse de mí. Puedo incluso imaginar la
expresión desafiante de su rostro mientras su mente se apoya en esta
tranquilizadora hipótesis. ¿Realmente cree que las cosas son tan sencillas? Supongamos
por un instante que es cierto, que usted abandona la lectura de estas líneas
aquí mismo (decisión que, sin embargo, no ha tomado, ¿me equivoco?). Bien, haga
uso entonces de su ilusoria libertad e imagine que se dedica a mirar
televisión, a darse un baño, a escuchar música o a comer chocolates.
¿Verdaderamente supone que realizar cualquiera de esas actividades lo pondrá a
salvo de mi control? Permítame el placer de socavar con fundamento sus
candorosas esperanzas: no lo logrará. No niego que quizás consiga desligarse de
mí por un lapso determinado, pero se lo aseguro: no pasará demasiado tiempo
hasta que descubra en su boca un regusto amargo de curiosidad insatisfecha y
compruebe que lo único que ha logrado es retorcerse patéticamente como la mosca
enredada en la telaraña. Mis palabras continuarán acosándolo, acechando su
sueño y su vigilia, listas para derrumbar sin piedad sus frágiles anhelos
cuando usted menos lo espere.
¿Piensa que estoy siendo tendencioso? Está bien, deje
entonces de rumiar vanas protestas contra mi actitud presuntamente despótica y
reivindique con hechos su libre albedrío. Adelante, no imagine nada; hágalo.
Aléjese de mis trampas y señuelos. Salga del laberinto que he creado para
usted. Vamos, anímese, deje de leer ya mismo, dése el gusto, cumpla su deseo.
Saltéese el final de este cuento y demuéstreme que estoy equivocado.
Sorpréndame, haga añicos mi convicción, aniquile mi certeza.
Es inútil; no lo hará.
¿Lo ve? Todavía sigue allí.
LOS
ÁNGELES Y LOS PUENTES
Hay ángeles que, a su manera, son ingenieros. Rozan a
la gente con sus alas y, con ese suave toque celestial, la incitan a levantar
puentes. Entonces, esperanza sobre esperanza, la gente se pone manos a la obra
y, con más entusiasmo que habilidad, se lanza de lleno a construirlos. Y aunque
los puentes resultan casi siempre frágiles y efímeros, las personas caminan
sobre ellos, se encuentran, pueden amarse, son felices y se ríen desde lo alto
mientras miran, con cierto alienado desdén, a los seres aparentemente tan seguros
y tranquilos que permanecen abajo, atados al suelo.
Pero existen también ángeles perezosos que odian la
ingeniería e inoculan a la gente su propio recelo hacia este tipo de
construcciones. Entonces, la gente se queda quieta, segura y tranquila, se acurruca
en sus miedos y mezquindades, permanece en tierra sin ganas de levantar
puentes, y al mirar cada tanto para arriba se pregunta, con envidiosa
indignación, qué es lo que hacen esos seres aparentemente tan felices
suspendidos en el aire.
SOBRE
CIERTO ARTE
Todas las noches, un hombre miope sale al patio de su
casa y mira hacia el cielo estrellado. La debilidad innata de sus ojos le
impide percibir con nitidez el paisaje majestuoso que se extiende sobre él. No
obstante, en aquellos débiles fulgores apenas vislumbrados alcanza a intuir la
mágica esencia de algún secreto cósmico, y eso lo hace feliz.
Al día siguiente, todavía conmovido por los fragmentos
de eternidad que ha logrado capturar, resuelve compartir sus modestos hallazgos
con todo aquel que quiera escucharlo. Pero apenas abre la boca frente a algún
interesado, descubre con tristeza que, por más que se esfuerce, no acierta a
encontrar las frases apropiadas, ni puede tampoco dejar de tartamudear. De su
garganta sólo surge, entonces, un parlotear confuso, compuesto de palabras
incoherentes, fatalmente imprecisas. Su discurso termina siendo sólo un pálido
reflejo de otro pálido reflejo.
El frustrante proceso se reitera día a día.
Y sin embargo -he aquí el auténtico misterio- hay gente
que al ver pasar al miope tartamudo lo mira con admiración y comenta con
gratitud: "ese hombre me ha enseñado lo que son las estrellas".
Como
postre nos regaloneamos con los deliciosos alfajores santafecinos y ya
satisfecho el trencito decidió que quería volar más alto. Así llegamos a
Ezeiza, embarcamos y aterrizamos en SUIZA.
¡Es que el trencito es internacional! en el aeropuerto nos esperaba nuestro
último pasajero de este viaje: ULISES VARSOVIA. Lo dejo
que se presente: “Nací el 2 de julio de 1949 en Valparaíso (Chile),
cuyo mar y sus tempestades marcaron definitivamente mi persona y mi poesía.
Estudié varias asignaturas humanísticas, y trabajé en tres universidades, tanto
en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que escribía poesía. En
1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es suiza, pude trabajar y
quedarme en SAN
GALLEN (SUIZA),
ciudad en cuya universidad hago un par de lecciones. He publicado 28 títulos de
poesía, cinco de ellos en Chile, y tres dedicados a Valparaíso, el último: “Hermanía: La Hermandad de la Orilla ”, en Apostrophes
de Santiago (www.apos.cl). El
libro más antiguo que he publicado es “Jinetes
Nocturnos”, de 1974, pero tengo otros inéditos más antiguos. En 1972
publiqué un cuadernillo, “Sueños de Amor”,
que circuló sólo entre amigos. Me han publicado más de 70 revistas de
literatura de todo el mundo, en varios idiomas, y repetidas veces, y estoy en
numerosas páginas web. En agosto del año 2006 salió a la luz en Sevilla,
España, mi libro de poemas “Anunciación.
Ángeles y Espadas”, publicado por la Asociación Cultural
Myrtos. Esta misma entidad acaba de publicar mi “Antología Esencial y Otros Poemas (1974-2005)”, que incluye dos
poemas de cada poemario publicado, es decir, 52 poemas "esenciales",
y tres poemas de 12 libros inéditos, lo que hace un total de 88 poemas. Lo
último mío aparecido es “Vientos de
Letras”, también antológico, en colaboración con el poeta andaluz Alexis
R., editado por Myrtos. De los 28 poemarios publicados, sobresalen “Jinetes Nocturnos” (1974/75), “Tus náufragos, Chile” (1993), “Capitanía del Viento” (1994), “El Transeúnte de Barcelona” (1997), “Madre Oceánica, Valparaíso” (1999), “Megalítica” (2000), “Ebriedad” (2003) y la Antología Esencial.” Nos deja hoy sus poemas de
evocación y raigambre filosófica.
E Mail: ulises.varsovia@bluewin.ch
http://ulisesvarsovia.tripod.com
LÁRICA
En algún lugar haber nacido,
en algún lugar haber visto la luz
por vez primera, y haberlo olvidado,
y recorrer después serranías,
recorrer praderas, pampas, desiertos,
mesetas, valles, desfiladeros,
cruzar océanos, fondeaderos,
islas, golfos, archipiélagos,
sólo por volver a verte, lugar,
hogar natalicio, donde la luz
tocó por vez primera mi retina
dándome la bienvenida en este mundo.
En algún lugar mi vagido
estremeció por la primera vez
el aire, la atmósfera, el vacío,
en algún lugar prorrumpí en llanto,
y dejó su impronta mi gemido
estremeciéndose en el espacio.
A ese lugar han de regresar
mis pasos cansados al atardecer
después de buscar por toda la tierra,
y han de volver a reconocer
el terruño, la ciudad, su gente,
los ruidos del mar irreproducibles.
(inédito)
SIGLOS DE PIEDRA
Siglos erraré, siglos de piedra
errará mi perseguida voz
por las calles de Valparaíso,
siglos de frenéticas espinas
buscaré, madre, tu tumba
entre las tumbas, tu lápida
entre las lápidas, tu nombre
entre los nombres que el viento dispersa
por los cerros de Valparaíso.
Siglos de oceánica espuma
treparán mis sonámbulos pies
las escaleras de Valparaíso,
siglos de difundida sal
indagaré a tientas tus huellas
derramadas en la agrietada piel
de las calles de Valparaíso.
Siglos de marejada y fragor,
siglos de tempestades girantes
vagaré, madre, entre la niebla
tras tu presencia de niebla,
cruzaré el vaho gris de la mar
por los muelles de Valparaíso.
Siglos de calendarios de sal,
siglos de arrecífico sustento
gritaré, madre, tu nombre
por los distritos de Valparaíso.
Siglos del agua de nunca acabar,
siglos de atmosférico derrame
errarán mis pies desnudos
sobre los guijarros de Valparaíso.
Siglos minerales, siglos pétreos,
siglos de oceánico soplido,
siglos de peces, de crustácea sal,
siglos de indomeñable piedra.
El recorrido había sido extenso y el pobre trencito esta muy cansado. Así que al tranquito lento puso rumbo al pago. Y aquí está esperándolos para recibir sus trabajos (cuento o poesía) más una minibiografía en: millaco@ciudad.com.ar Les recuerdo que pueden consultar todas las revista en la página web y, si lo desean, dejar comentarios.
Nos
estamos encontrando !!!!!!!!! Un abrazo cálido y largo
CRIS FERNÁNDEZ
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